Me doy cuenta de que estoy algo nerviosa.
Creo que la falta de confianza en mí me ha hecho ser siempre una imitadora. Salvo
dando clase, donde me muevo sobre todo por intuición y observación. Me gusta
adaptar las metodologías estudiadas a mi grupo y niñ@s en particular. Cada año
diferente, cada persona, distinta.
Con los peinados tampoco suelo copiar a
nadie. Improviso. Me gusta mucho cambiar de "look".
Tiendo a imitar en otros campos (creo).
Ahora incluso dudo porque estoy pensando que cuando escribo, también me siento
libre. Jamás he pretendido simular las letras de nadie. De ahí que utilice la
escritura como desahogo vital. Por recomendación paterna, jamás escribí un
diario, sin embargo, me gusta plasmar mi sentir en la hoja en blanco y
compartirlo con vosotros, es curioso, lo sé (por contradictorio). Pero es que
es algo íntimo (aunque luego lo muestre). Ante el folio me permito (casi
siempre) ser yo.
Sin embargo, en el contacto cuasi directo
de las RRSS, no es así. Intento mantener el tipo, aunque no siempre ha ocurrido
de esta manera.
Procuro escribir bien y que atraiga, que
guste. Me fijo en lo que comparte la gente y me empapo de su sapiencia:
poniendo fotos, guardando silencios, las etiquetas que generan,... y así, va
naciendo un personaje que en ocasiones me planteo si se parecerá a mí.
No sé. Imagino que una acaba siendo todos
ellos. Como las lecturas, como la música, cada día te toca ponerte una máscara
diferente.
Por mi parte, me estoy liberando. Me estoy
conociendo.
Procuro ir montando un nuevo puzle en donde
cada vez veo más claro dónde encajan las piezas.