Estoy rota.
Creyéndome nada.
Sintiéndome nada.
Pensando que cualquier persona es mejor que yo.
Jamás he confiado en mí.
Pocas veces lo he hecho en alguien.
Y aquí estoy: Llorando mis mierdas en un blog.
Tengo gente de sobra para hablar. Lo sé.
Hacerlo, no me apetece en absoluto.
Prefiero ocultarme en este escondite al aire libre en que cualquiera
puede ver la publicación y compadecerme, reírse o sentirse identificado.
Lo cierto es que me da igual porque tampoco voy a enterarme (¡para qué
engañaros!)
Qué imbécil me siento.
Qué ajena al mundo.
A la vida.