Como todos los días, se sentó delante de la hoja en blanco
dispuesta a comenzar su relato… Pero como también le ocurría a diario, no
encontraba palabras que mereciera la pena ser escritas.
En ese momento, en ese preciso instante, fue consciente de su
propia realidad.
El folio en blanco representaba su vida. Anodina, llena de
rutinas, trivialidades…
Tic-tac… el despertador suena a las 7:30. Lávate, desayuna,
vístete… márchate a trabajar.
Tic-tac… las
15:00h. Vete a casa, come, descansa…
Tic-tac… las 18:00h. Hora de sentarse a escribir.
Tic-tac… las 22h. No llega la inspiración. Cena, ve un poco la
tele y un día más llega la hora de dormir.
Cuando se acostó, intentó reorganizar sus pensamientos.
Comenzó repasando su quehacer diario… y se dio cuenta que había
hecho lo mismo que ayer y, probablemente, lo mismo que mañana…
Se frustró, se vino abajo… y se rindió al sueño.
Fue entonces cuando ocurrió. Desde ese limbo ingrávido donde
todo es posible, algo sucedió, no recordaba qué, pero al despertarse se había
transformado…
Se dijo a sí misma que, aunque otros creyeran controlar su
persona, ella sería la dueña de su vida, de sus pensamientos, … de su alma. Y
luchó con todas sus fuerzas por conseguirlo…
Así, la hoja dejó de ser blanca…
Un día fue rosa, otros días azul, amarilla… Y se fue
transformando en una serie de cuentos que hoy conforman el libro “Mi vida es de colores”.
Y tú… ¿te atreves a soñar?
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