Considero que hoy es un día tan bueno como cualquier otro para
volver a escribir.
Siento una angustia vital que no sé a qué se debe pero que me
atenaza garganta y estómago y no me deja tranquila. ¡Qué ocurre ahora!
No lo sé. No me entiendo a mí misma. Es un día cualquiera, como
tantos otros días cualesquiera… pero a mí no me apetece hacer lo mismo de siempre.
No me llenan mis juegos de ordenador, no me apetece ver la tele, ni oír la
radio,… tampoco me apetece en absoluto hacer esas tareas caseras que diariamente
debería pero que una va postergando para el fin de semana. Y de veras que no sé
a qué se debe.
En momentos así me gustaría que existiera el mundo de
“Fantasía”. Me estoy dando cuenta que “La historia interminable” me marcó de
verdad cuando hace muchos años la leí. Aún conservo ese libro –obtenido en un
intercambio en un mercadillo del colegio- como un tesoro. Ya por aquellos años
escolares hice una redacción plagiando a Michael Ende y haciendo que objetos de
mi alrededor cobraran vida.
Te echaba de menos amigo papel, pero no encontraba momento para
“charlar” contigo. Y es curioso, porque con quien en realidad estoy hablando es
conmigo. Se ve que no tenía muchas ganas de encontrarme.
Retomando el mundo de Fantasía… ¡cuántas veces me he imaginado
en Hogwarts! Siempre he querido ser una bruja como las que salen en los libros.
Aunque seguro que si viviera allí me daría cuenta que también los magos y las
brujas tienen su vida diaria con sus consiguientes problemas y dificultades que
siempre te hacen regresar a la “puta realidad” pero… ¡¿por qué no soñar?! Ya
que no cuesta dinero, te diré amigo papel, que me encantaría poder evadirme de
vez en cuando con mi escoba voladora hasta Hogsmeade, o al Callejón Diagón, o a
tantos otros lugares. Olvidarme que tengo 33 años, rollos mentales
interminables y una vida estupenda que se me está escapando de las manos sin
darme cuenta. ¡¡33 años!! Considero que soy feliz. Pero también siento cada día
que pasa que me falta algo por hacer. Que no he exprimido las 24 horas como debiera
y que pierdo el tiempo durmiendo la siesta o viendo la bazofia de la tele (que
dicho sea de paso me entretiene mogollón. ¡Qué contradicción ¿verdad?!).
Bueno, por hoy creo que es suficiente. Soy una quejica. Lo sé.
Pero he de decir que la garganta apenas aprieta y el estómago ha recuperado su
ritmo. Ya casi es hora de cenar.
Me siento mucho mejor, aliviada. Y solo por “hablar” conmigo
misma. Os lo recomiendo.
NOTA: 12 años más tarde mi visión de la vida ha cambiado de parte a parte. Apenas veo la tele, salvo en las comidas y de noche, para descansar
un poco. Intento disfrutar cada segundo del día y mi mente se ha liberado por
completo. Carpe díem…
Me gusta tu honestidad. Casi puedo oírte hablar. Transmites mucho. Felicidades.
ResponderEliminar¡¡Muchas gracias Daniel!! Como puedes ver, lo escribí hace mucho. Estoy desengrasando los motores. A ver qué va saliendo... (^_^)
Eliminar