lunes, 15 de abril de 2019

Desahogo

Considero que hoy es un día tan bueno como cualquier otro para volver a escribir.

Siento una angustia vital que no sé a qué se debe pero que me atenaza garganta y estómago y no me deja tranquila. ¡Qué ocurre ahora!
No lo sé. No me entiendo a mí misma. Es un día cualquiera, como tantos otros días cualesquiera… pero a mí no me apetece hacer lo mismo de siempre. No me llenan mis juegos de ordenador, no me apetece ver la tele, ni oír la radio,… tampoco me apetece en absoluto hacer esas tareas caseras que diariamente debería pero que una va postergando para el fin de semana. Y de veras que no sé a qué se debe.
En momentos así me gustaría que existiera el mundo de “Fantasía”. Me estoy dando cuenta que “La historia interminable” me marcó de verdad cuando hace muchos años la leí. Aún conservo ese libro –obtenido en un intercambio en un mercadillo del colegio- como un tesoro. Ya por aquellos años escolares hice una redacción plagiando a Michael Ende y haciendo que objetos de mi alrededor cobraran vida.
Te echaba de menos amigo papel, pero no encontraba momento para “charlar” contigo. Y es curioso, porque con quien en realidad estoy hablando es conmigo. Se ve que no tenía muchas ganas de encontrarme.
Retomando el mundo de Fantasía… ¡cuántas veces me he imaginado en Hogwarts! Siempre he querido ser una bruja como las que salen en los libros. Aunque seguro que si viviera allí me daría cuenta que también los magos y las brujas tienen su vida diaria con sus consiguientes problemas y dificultades que siempre te hacen regresar a la “puta realidad” pero… ¡¿por qué no soñar?! Ya que no cuesta dinero, te diré amigo papel, que me encantaría poder evadirme de vez en cuando con mi escoba voladora hasta Hogsmeade, o al Callejón Diagón, o a tantos otros lugares. Olvidarme que tengo 33 años, rollos mentales interminables y una vida estupenda que se me está escapando de las manos sin darme cuenta. ¡¡33 años!! Considero que soy feliz. Pero también siento cada día que pasa que me falta algo por hacer. Que no he exprimido las 24 horas como debiera y que pierdo el tiempo durmiendo la siesta o viendo la bazofia de la tele (que dicho sea de paso me entretiene mogollón. ¡Qué contradicción ¿verdad?!).
Bueno, por hoy creo que es suficiente. Soy una quejica. Lo sé. Pero he de decir que la garganta apenas aprieta y el estómago ha recuperado su ritmo. Ya casi es hora de cenar.
Me siento mucho mejor, aliviada. Y solo por “hablar” conmigo misma. Os lo recomiendo.
NOTA: 12 años más tarde mi visión de la vida ha cambiado de parte a parte. Apenas veo la tele, salvo en las comidas y de noche, para descansar un poco. Intento disfrutar cada segundo del día y mi mente se ha liberado por completo. Carpe díem…


2 comentarios:

  1. Me gusta tu honestidad. Casi puedo oírte hablar. Transmites mucho. Felicidades.

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    1. ¡¡Muchas gracias Daniel!! Como puedes ver, lo escribí hace mucho. Estoy desengrasando los motores. A ver qué va saliendo... (^_^)

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