Hola, me llamo Cares, soy de Lindos (pueblo de Rodas) y tengo 11
años. Si me encontraseis por cualquier camino, veríais frente a vosotros a un
chico de estatura media, marrón pelo rizado y grandes ojos despiertos. También
os puedo contar que soy bastante tímido y me cuesta hacer amigos. Es por ello,
que cuando pensé en una profesión, no me costó decantarme por la escultura. Mi
maestro, Lisipo, me enseña a tallar piedra. Empecé un poco como excusa para
salir de casa y porque, a mi edad, ya me tenía que labrar un porvenir. Al
principio, no creáis que me gustaba demasiado. Ahora, me parece fascinante ir
desechando, poco a poco, la piedra, hasta darle la forma adecuada.
No sé qué más deciros de mí. Quizá… sí, veréis, aunque adoro a
muchos dioses, Helios me fascina más que ningún otro. No sé, puede que sea
porque va en un carro atravesando el cielo hasta el océano o porque es el que
todo lo ve… no sabría explicarlo, pero siempre lo he admirado mucho. Además,
¡¡es el protector de mi ciudad, Rodas!!
Ha ido pasando el tiempo, e inevitablemente la política me
interesa cada vez más, eso sí, siempre en la sombra, porque nunca sabes quién
puede estar escuchando y quiero llegar a viejo (en mi época, las conspiraciones
y muertes “fortuitas” están a la orden del día). El caso es que por una serie
de azares de la vida, acabé en una fiesta celebrada por Ptolomeo I. Me hice
amigo de uno de sus generales. Nos caímos bien. Mantuvimos el contacto. Tanto
es así, que quedamos en que en un futuro no muy lejano, quizá necesitase de mis
servicios.
Corría el año 304 a.C. cuando la flota de Ptolomeo hizo huir a
las tropas de Demetrio Poliorcetes, y, tal como prometieron, se pusieron en
contacto conmigo para que hiciera una colosal estatua, dedicada a Helios, que recordase a todos tal
triunfo. Acepté, ¡¡cómo no hacerlo!! De mano, presupuestamos todo lo necesario
para que la obra midiese 15 metros. Y así me puse, manos a la obra, dispuesto a
que quedase lo mejor posible. Pero… la codicia de los hombres… quisieron doblar
su tamaño y no supe hacer las cuentas, les pedí el doble de lo en principio
acordado. ¡¡Qué tonto fui!! Nunca se me dieron bien las matemáticas, pese a
todo mi empeño, y aun escatimando todo lo posible, me arruiné y no soporté la
presión. Una aciaga tarde, no fueron solo las deudas lo que me ahogaron. Decidí
acabar con todo de la manera más vil, cobarde y rápida. No me juzguéis, por
favor, la mente del hombre es débil, y yo, también; sobremanera…
La faraónica escultura, fue finalmente terminada por Laques, un paisano mío, también vecino de Lidos, como yo, en el 292 a.C.
Pero como todos sabemos, nada dura eternamente y, en el año 226
a.C., un terremoto derrumbó la obra.
Lo que me hizo pensar, desde allí donde lo observaba todo, si de veras
mereció la pena mi ruina, mi muerte y tantos pesares como trajo consigo la dichosa
estatua de bronce con base de mármol blanco…
#Reto7Maravillas
#RetoLesTodes
No hay comentarios:
Publicar un comentario