De nuevo voy a hablaros del acoso. Pero esta vez no el que padecen los
niños, sino quienes tratamos de educarlos, los adultos. Yo lo sufrí en
mis carnes. Hace años trabajaba en una escuela de 0-3 años. La directora nos hacía
la vida imposible. No entraré en detalles porque, ¿para qué? Sí diré que llegó
un punto en que aparecía en casa llorando día sí, día también. No supe
reaccionar más que hablando con mis compañeras (ya sabéis, mal de muchos…) Finalmente
salí de aquel ambiente tóxico, no sin antes pasar por el Ayuntamiento a decir
lo que ocurría con la interfecta para que no la tuviera que aguantar nadie más.
Ya lo sabían. No cambió nada. Lo más sangrante es que esa plaza podía ser mía a
perpetuidad porque saqué el número 1 en mi oposición. No dudé ni un instante en
marcharme de allí. Y no me arrepiento un solo día. Mucho más lejos, mucha
carretera, muchos kilómetros, pero también mucha tranquilidad y felicidad. No pude
hacer nada mejor en mi vida. Cambié a la Educación Infantil y Primaria. Se abrió
ante mí un mundo nuevo lleno de posibilidades…
Retomo, que estoy divagando… La directora en cuestión se
aprovechó de la posición de poder que detentaba para abusar de nosotras. Sí,
digo abusar porque eso era lo que hacía. Y las inocentes curritos que éramos
por aquel entonces, se lo consentíamos. Nos aleccionó bien cuando vimos lo que
ocurría con quien no le “bailaba el agua”… acababa siendo despedida… Pufff,
prefiero no recordar… A día de hoy intento evitar las discusiones, pero no las
rehuyo. Aunque luego me tire días llorando, estoy orgullosa de haber alcanzado
un punto de equilibrio en el que, sin faltar el respeto a nadie, me expreso con
total y meridiana claridad (mi trabajo me ha costado).
Con el tiempo charlas con gente y ves de que tu caso no es el
único (no lo dudaba) y que ocurre en muchos ámbitos docentes: en la Pública,
Privada o Concertada…
Lo que me enerva es haberme enterado de que el abuso no
solamente aparece en personajes que se aprovechan de su situación de
privilegio. Hay “COMPAÑEROS” (solo de profesión) que te roban la luz, te hacen
sentir mal con tu trabajo, llegan a hacer incluso que ¡¡te replantees tu vocación
y valía!! Lo que acabo de describir le ha pasado a una de las mejores MAESTRAS
que conozco. Generosa, bondadosa, trabajadora e IMPLICADA con su alumnado al máximo.
Los chicos LA ADORAN. No he podido sino comentarle que eso es con lo que se
tiene que quedar. Vampiros de energía siempre vamos a tener en derredor, pero
seres de luz como ella, no. Los contenidos académicos antes o después los alumnos
los adquieren. La educación emocional, no. El que se quieran, se ayuden, SE
RESPETEN, solo lo hacen si a tí te ven hacerlo. En este sentido el ejemplo es
FUNDAMENTAL. Nuestra actitud es determinante. Y los pequeños lo notan. Y saben
en quién pueden confiar y en quién pasa solo por su aula a dar la clase y
marcharse a la carrera en cuanto suena la sirena… Son muy, muy, muy intuitivos…
Me alegra haber terminado con cuasi buen sabor de boca después
de tanto mal rollo. Quedaos con eso. Si veis que alguien se lleva bien con los
pequeños, acercaos… merecerá la pena conocerla, conocerle…
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