miércoles, 8 de mayo de 2019

Nunca más...


De nuevo voy a hablaros del acoso. Pero esta vez no el que padecen los niños, sino quienes tratamos de educarlos, los adultos. Yo lo sufrí en mis carnes. Hace años trabajaba en una escuela de 0-3 años. La directora nos hacía la vida imposible. No entraré en detalles porque, ¿para qué? Sí diré que llegó un punto en que aparecía en casa llorando día sí, día también. No supe reaccionar más que hablando con mis compañeras (ya sabéis, mal de muchos…) Finalmente salí de aquel ambiente tóxico, no sin antes pasar por el Ayuntamiento a decir lo que ocurría con la interfecta para que no la tuviera que aguantar nadie más. Ya lo sabían. No cambió nada. Lo más sangrante es que esa plaza podía ser mía a perpetuidad porque saqué el número 1 en mi oposición. No dudé ni un instante en marcharme de allí. Y no me arrepiento un solo día. Mucho más lejos, mucha carretera, muchos kilómetros, pero también mucha tranquilidad y felicidad. No pude hacer nada mejor en mi vida. Cambié a la Educación Infantil y Primaria. Se abrió ante mí un mundo nuevo lleno de posibilidades…
Retomo, que estoy divagando… La directora en cuestión se aprovechó de la posición de poder que detentaba para abusar de nosotras. Sí, digo abusar porque eso era lo que hacía. Y las inocentes curritos que éramos por aquel entonces, se lo consentíamos. Nos aleccionó bien cuando vimos lo que ocurría con quien no le “bailaba el agua”… acababa siendo despedida… Pufff, prefiero no recordar… A día de hoy intento evitar las discusiones, pero no las rehuyo. Aunque luego me tire días llorando, estoy orgullosa de haber alcanzado un punto de equilibrio en el que, sin faltar el respeto a nadie, me expreso con total y meridiana claridad (mi trabajo me ha costado).
Con el tiempo charlas con gente y ves de que tu caso no es el único (no lo dudaba) y que ocurre en muchos ámbitos docentes: en la Pública, Privada o Concertada…
Lo que me enerva es haberme enterado de que el abuso no solamente aparece en personajes que se aprovechan de su situación de privilegio. Hay “COMPAÑEROS” (solo de profesión) que te roban la luz, te hacen sentir mal con tu trabajo, llegan a hacer incluso que ¡¡te replantees tu vocación y valía!! Lo que acabo de describir le ha pasado a una de las mejores MAESTRAS que conozco. Generosa, bondadosa, trabajadora e IMPLICADA con su alumnado al máximo. Los chicos LA ADORAN. No he podido sino comentarle que eso es con lo que se tiene que quedar. Vampiros de energía siempre vamos a tener en derredor, pero seres de luz como ella, no. Los contenidos académicos antes o después los alumnos los adquieren. La educación emocional, no. El que se quieran, se ayuden, SE RESPETEN, solo lo hacen si a tí te ven hacerlo. En este sentido el ejemplo es FUNDAMENTAL. Nuestra actitud es determinante. Y los pequeños lo notan. Y saben en quién pueden confiar y en quién pasa solo por su aula a dar la clase y marcharse a la carrera en cuanto suena la sirena… Son muy, muy, muy intuitivos…
Me alegra haber terminado con cuasi buen sabor de boca después de tanto mal rollo. Quedaos con eso. Si veis que alguien se lleva bien con los pequeños, acercaos… merecerá la pena conocerla, conocerle…

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