martes, 28 de junio de 2022

Quédate conmigo

 

Hace mucho que me faltas. Más de lo humanamente admisible en esta realidad. Y aún hay cosas que no me perdono ni creo que jamás lo haga. No pude entrar a despedirme de ti; no te reconocía y me dolía demasiado acercarme siquiera a tu habitación. Prefería mantener la imagen que aún conservo, que atesoro como oro en paño, ese retrato que me acompaña y guía.

Al final tuviste que ser tú quien se acercó a verme. En el duermevela acariciaste mi rostro con una breve ráfaga de aire. Supe inmediatamente que eras tú. Tuve miedo, esperanza y miedo otra vez. Me parapeté bajo las sábanas y aún noté tu presencia sobre mí un ratito más. Unos segundos, imagino.

Y me dormí arropada en tu memoria.

¡Cuánto te echo de menos!

Te fuiste tal día como hoy, San Pedro. Siempre tan previsora, querías garantizarte la entrada en el cielo.

Se me agolpan los recuerdos. Nos veo en el parque de Teruel, camino a las Teresianas, en la Fuente Cerrada, en Espeja.

En mil y un eventos.

En mil y una discusiones.

En un infinito...

                      Quédate conmigo, abuela.

domingo, 26 de junio de 2022

Por favor y gracias

Paso el fin de semana con mis padres. Desayunando, mi madre me dice “mira lo que pone en esta noticia: Jamás tantos docentes salieron llorando tras una prueba de oposición”.

Me hirvió la sangre.

¿De verdad?

Este año, por x circunstancias no estudié, no por ello he perdido objetividad. Cuando en el examen leí el supuesto práctico, lamenté no haber preparado la parte teórica porque, por primera vez en mucho tiempo, me pareció sencillo. Cuatro preguntas cortas de teoría aplicada a la práctica pero taaaan básicas, que cualquier docente debería saberlas. La otra parte, desarrollar un proyecto junto a una iniciativa común con el resto del colegio: el ajedrez. Ahí empiezan a poner el grito en el cielo mis compañeros JÓVENES, sobre todo. Lo lamento, pero es así. NADIE te está pidiendo que les enseñes a jugar, sino que, de manera cooperativa, trabajemos en la misma dirección que el centro, como suele ocurrir en la práctica diaria. ¡¡Por fin algo en lo que de verdad demostremos nuestra valía!! (no voy a detallar qué actividades y acciones podemos realizar, no es el motivo del post).

Y al final, un broche de oro: una breve alusión a la “Agenda 2030”. Nuevas quejas. Ahí pienso: “¿Será que los maestros debemos saber más cosas que las que trae el currículum?

Ole por quien hizo ese supuesto práctico. A bote pronto, ha dejado entrever muchas cosas que dejan al descubierto las carencias de nuestros profesionales.

Ya lo lamento.

Desde hace tiempo tengo la sensación de que adolecemos de la cultura del sacrificio.

Mucha gente que se presenta por primera vez a las oposiciones diciendo que jamás lo hará de nuevo. A lo sumo una vez más. Quieren hacer un examen y currar.

¡Claro! ¡Y yo!

No saben lo difícil que ha sido para los que tenemos cierta edad, asomar la cabeza en la Escuela Pública. Hace años, salían 3 plazas para Infantil y las interinidades estaban prácticamente cerradas. Costaba una vida comenzar a trabajar. Muchas clases particulares, extraescolares, trayectos acompañando a niños en un autobús escolar tuve que pasar. Años en una escuela de 0 a 3 años hasta que se presentó la oportunidad de dar el salto (y agradecida por dejar a una Maestra de Infantil presentarse a una plaza de formación profesional) para escuchar ahora estos lamentos de juventud malcriada. No todos, de acuerdo, pero muchos sí.

Me cuentan que en Educación Primaria, unos padres acompañaban a una niña de veintipocos que se iba a examinar como si fuera a unas olimpiadas. Arengas, ánimos,... que está muy bien, ojo, pero si sale mal... Deja que se enfrente ella, adulta, a una situación de estrés, dale alas y déjala volar. Ha de aprender a gestionarse.

Sé que es un ejemplo burdo y que muchos de los que me conocéis os lo he contado en más de una ocasión pero lo veo ¡tan gráfico! Veréis, a mis alumnos de 3, 4 y 5 años, siempre trato de ponerles retos PARA QUE PIENSEN, borregos ya fabrica la sociedad. Si tenemos la luz fuera de su alcance, le digo al encargado/a:

- Fulanito, enciende la luz, por favor.

- Profe, no llego.

- Piensa.

...

...

...

- Mmmmm ¿Puedo subirme a una silla?

- Claro. Con cuidado.

Voilà! ¿Sencillo, no? Pues como eso mil cosas. Como que los padres se enteren en una tutoría, al verlo, que su hijo sabe ponerse una chaqueta solo.

 What? Sí, claro, lleva tiempo. Nos habrá costado todo un trimestre, pero ahí le tienes, vistiéndose y calzándose solito. Peques de 4 años llegaron a aprender a atarse los cordones porque si lo hacían solos, podían descalzarse en clase, que estaban más cómodos. No hay nada como plantearles retos.

Extrapoladlo a los adultos. Necesitamos:

Más esfuerzo

               librepensadores

                                     tolerancia a la frustración

 

POR FAVOR y GRACIAS