viernes, 3 de noviembre de 2023

Vuelvo

Quiero gritar tu nombre mientras me marchito en este cuerpo inerme

Soy un Sísifo cualquiera cuando querría ser Penélope

O Aracne

Perderme en el telar que has urdido sin saberlo

Vivir la historia narrada entre los hilos de las parcas

Cae la piedra

Una vez más

                 La sempiterna iteración

"Sísifo", por Tiziano


1ª versión, "Anhelo", Gijón, 15/10/22

Versión actual, "Vuelvo", Gijón, 26/10/23

miércoles, 11 de octubre de 2023

Me acuerdo

 

1

Me acuerdo de la primera vez que hablé contigo por teléfono.

2

Me acuerdo de los nervios que pasé cuando aprobé el examen de primer dan de taekwondo.

3

Me acuerdo de la dirección del piso de Madrid: c/ Illescas, nº 41 y a la que luego nos mudamos en Gijón: c/ Magnus Blikstad 42, 6ºA

4

Me acuerdo de los veranos en Espeja.

5

Me acuerdo de ti, abuela. Te echo de menos.

6

Me acuerdo de los paseos por un parque turolense camino a las Teresianas.

7

Me acuerdo de Cartuchín. Jamás supe de quién era aquel precioso perro.

8

Me acuerdo de mi primer beso romántico y de mi primer novio.

9

Me acuerdo del día en que conocí a mi hija peluda, Lara; un 29 de abril. Aquellas callejuelas tan llenas de baches y de incertidumbre. Y vi su carita. El flechazo fue instantáneo.

10

Me acuerdo del día en que tomé la decisión de marcharme.

11

Me acuerdo de cuando España fue Campeona del Mundo de Balonmano (masculino).

12

Me acuerdo de cuando España fue Campeona del Mundo de fútbol (en ambas categorías).

13

Me acuerdo de mi primera competición de taekwondo.

14

Me acuerdo de cuando empecé a tomar antidepresivos y de cuando dejé de tomarlos.

15

Me acuerdo de cuando hablaba contigo a todas horas.

16

Me acuerdo de cuando lloré de alegría en el colegio al recibir buenas noticias sobre la salud de mi hermana.

17

Me acuerdo del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco.

18

Me acuerdo de ir al cole de doblete por ver las Series Mundiales de 2020.

19

Me acuerdo del concierto Achtung Baby de U2, en Oviedo.

20

Me acuerdo de cuando aprobé las oposiciones (sin plaza) inventándome el tema.

21

Me acuerdo de cuando sonaba en casa "Habaneras de Cádiz", de Carlos Cano.

22

Me acuerdo de los paseos familiares los fines de semana por el parque de Isabel la Católica.

23

Me acuerdo de cuando escuchaba en la radio "Polvo de Estrellas" con Carlos Pumares.

24

Me acuerdo de José María García en Antena3 radio.

25

Me acuerdo de cuando solo había dos canales de televisión.

26

Me acuerdo de cuando mi padre se retrasó llegando a casa en Madrid un 23 de febrero de 1981.

27

Me acuerdo de cuando empecé a jugar a balonmano en el colegio, en el instituto y como veterana.

28

Me acuerdo de cuando leí la Historia Interminable.

29

Me acuerdo del primer partido de béisbol que vi.

30

Me acuerdo de Vitali Shcherbo.

31

Me acuerdo de Ben Johnson.

32

Me acuerdo de Conchita Martínez.

33

Me acuerdo de Dražen Petrović, Antonio Díaz Miguel y Fernando Martín.

34

Me acuerdo de Cecilio Alonso, Miguel Ángel Zúñiga y Lorenzo Rico.

35

Me acuerdo de la 5ª Sinfonía de Mahler.

36

Me acuerdo de la playa de Salinas.

37

Me acuerdo del primer viaje de Lara y yo solas.

38

Me acuerdo del Atlético de Madrid de balonmano.

39

Me acuerdo de los pendientes de aro de plástico y fosforitos que regalaban en la Súper Pop.

40

Me acuerdo de los cardados en el pelo y de las planchas con ondulaciones.

41

Me acuerdo de Candy, Candy; Ulises 31 y de La batalla de los planetas.

42

Me acuerdo del "Heno de Pravia, el aroma de mi hogar".

43

Me acuerdo de cuando leí Mujercitas y quería ser Jo.

44

Me acuerdo de Duncan Dhu, de Tontxu y de Ismael Serrano.

45

Me acuerdo de Exoplaneta.

46

Me acuerdo del día en que escuché el corazón de Lara con un estetoscopio y me quedé a vivir en su latido.

Gijón, 8 de octubre de 2023


Ejercicio inspirado en el libro "Me acuerdo", de Georges Perec.

lunes, 26 de diciembre de 2022

Tirita y a seguir

- Creíste que esta vez podría ser. Como en tantas ocasiones, pensaste que esta sería la buena. ¡Serás ilusa! ¡Pobre nefelibata! No tienes otro nombre. Estúpida, tal vez. Idiota por creer que podrías gustarle a alguien. Bicho raro, eso es lo que eres. Y compleja. Mucho. Complicada. Lianta....

- Sí. Todo eso es verdad. Pero también buena persona. Puedo asegurarlo. Desde hace tiempo sé que he nacido para ser la amiga. La mejor. La que se pone en el lugar del otro aunque luego lo malinterprete todo. La que lo intenta una y otra vez. La que se fustiga, la que se cree no merecer nada bueno...

- Si es que no escarmientas. Siempre estás igual. ¡No necesitas a nadie! ¡¿No sabes lo válida que eres?! ¿Te parece poco todo lo que te quieren tu gente, tus alumnos?

- Ya. Pero tengo la sensación de estar actuando continuamente. Es agotador. Desde que me levanto me pongo una máscara que se adapta como un guante a mi interlocutor. Trato de que se sienta cómodo aunque el puzle del que estoy hecha se desmorone pieza a pieza siendo imposible montarlo. No me concedo tregua. Todo me lo cuestiono: lo que pienso, lo que hablo, lo que escribo. Todo es revisado por mi cabeza una y otra vez. Siempre está mal.

- ¿Y por qué, entonces, no te centras en ti y ya?

- Simple y llanamente porque no sé. Jamás he estado sola. Y si alguien se acerca, me invento una relación maravillosa que no existe hasta que desgasta tanto al otro que simplemente desaparece. Normal por otra parte. Lo entiendo. Pero no quita que sufra.

- Y luego está tu obsesión por aprender. MadreMíaDelAmorHermoso...

- Cierto. Las cabezas pensantes y sabias me apasionan. Puedo enamorarme hasta el tuétano de un buen monólogo. De una buena conversación. De una buena puesta en escena en la que disfrute como espectadora. Pero siempre será eso. Una fabulación. Siempre seré lo mismo: una (estúpida) soñadora.

- Venga, va. Tirita y a seguir.

- Dale.




martes, 15 de noviembre de 2022

Anhelo

Quiero gritar tu nombre

mientras me marchito en este cuerpo inerme.

Me siento un Sísifo cualquiera

cuando querría ser Penélope.

O Aracne.

Perderme en el telar

que has urdido sin saberlo.

Vivir la historia narrada

entre los hilos de las parcas.

Cae la piedra.

La sempiterna iteración.

Una vez más...

                            Despierto

"Sísifo" por Tiziano


martes, 28 de junio de 2022

Quédate conmigo

 

Hace mucho que me faltas. Más de lo humanamente admisible en esta realidad. Y aún hay cosas que no me perdono ni creo que jamás lo haga. No pude entrar a despedirme de ti; no te reconocía y me dolía demasiado acercarme siquiera a tu habitación. Prefería mantener la imagen que aún conservo, que atesoro como oro en paño, ese retrato que me acompaña y guía.

Al final tuviste que ser tú quien se acercó a verme. En el duermevela acariciaste mi rostro con una breve ráfaga de aire. Supe inmediatamente que eras tú. Tuve miedo, esperanza y miedo otra vez. Me parapeté bajo las sábanas y aún noté tu presencia sobre mí un ratito más. Unos segundos, imagino.

Y me dormí arropada en tu memoria.

¡Cuánto te echo de menos!

Te fuiste tal día como hoy, San Pedro. Siempre tan previsora, querías garantizarte la entrada en el cielo.

Se me agolpan los recuerdos. Nos veo en el parque de Teruel, camino a las Teresianas, en la Fuente Cerrada, en Espeja.

En mil y un eventos.

En mil y una discusiones.

En un infinito...

                      Quédate conmigo, abuela.

domingo, 26 de junio de 2022

Por favor y gracias

Paso el fin de semana con mis padres. Desayunando, mi madre me dice “mira lo que pone en esta noticia: Jamás tantos docentes salieron llorando tras una prueba de oposición”.

Me hirvió la sangre.

¿De verdad?

Este año, por x circunstancias no estudié, no por ello he perdido objetividad. Cuando en el examen leí el supuesto práctico, lamenté no haber preparado la parte teórica porque, por primera vez en mucho tiempo, me pareció sencillo. Cuatro preguntas cortas de teoría aplicada a la práctica pero taaaan básicas, que cualquier docente debería saberlas. La otra parte, desarrollar un proyecto junto a una iniciativa común con el resto del colegio: el ajedrez. Ahí empiezan a poner el grito en el cielo mis compañeros JÓVENES, sobre todo. Lo lamento, pero es así. NADIE te está pidiendo que les enseñes a jugar, sino que, de manera cooperativa, trabajemos en la misma dirección que el centro, como suele ocurrir en la práctica diaria. ¡¡Por fin algo en lo que de verdad demostremos nuestra valía!! (no voy a detallar qué actividades y acciones podemos realizar, no es el motivo del post).

Y al final, un broche de oro: una breve alusión a la “Agenda 2030”. Nuevas quejas. Ahí pienso: “¿Será que los maestros debemos saber más cosas que las que trae el currículum?

Ole por quien hizo ese supuesto práctico. A bote pronto, ha dejado entrever muchas cosas que dejan al descubierto las carencias de nuestros profesionales.

Ya lo lamento.

Desde hace tiempo tengo la sensación de que adolecemos de la cultura del sacrificio.

Mucha gente que se presenta por primera vez a las oposiciones diciendo que jamás lo hará de nuevo. A lo sumo una vez más. Quieren hacer un examen y currar.

¡Claro! ¡Y yo!

No saben lo difícil que ha sido para los que tenemos cierta edad, asomar la cabeza en la Escuela Pública. Hace años, salían 3 plazas para Infantil y las interinidades estaban prácticamente cerradas. Costaba una vida comenzar a trabajar. Muchas clases particulares, extraescolares, trayectos acompañando a niños en un autobús escolar tuve que pasar. Años en una escuela de 0 a 3 años hasta que se presentó la oportunidad de dar el salto (y agradecida por dejar a una Maestra de Infantil presentarse a una plaza de formación profesional) para escuchar ahora estos lamentos de juventud malcriada. No todos, de acuerdo, pero muchos sí.

Me cuentan que en Educación Primaria, unos padres acompañaban a una niña de veintipocos que se iba a examinar como si fuera a unas olimpiadas. Arengas, ánimos,... que está muy bien, ojo, pero si sale mal... Deja que se enfrente ella, adulta, a una situación de estrés, dale alas y déjala volar. Ha de aprender a gestionarse.

Sé que es un ejemplo burdo y que muchos de los que me conocéis os lo he contado en más de una ocasión pero lo veo ¡tan gráfico! Veréis, a mis alumnos de 3, 4 y 5 años, siempre trato de ponerles retos PARA QUE PIENSEN, borregos ya fabrica la sociedad. Si tenemos la luz fuera de su alcance, le digo al encargado/a:

- Fulanito, enciende la luz, por favor.

- Profe, no llego.

- Piensa.

...

...

...

- Mmmmm ¿Puedo subirme a una silla?

- Claro. Con cuidado.

Voilà! ¿Sencillo, no? Pues como eso mil cosas. Como que los padres se enteren en una tutoría, al verlo, que su hijo sabe ponerse una chaqueta solo.

 What? Sí, claro, lleva tiempo. Nos habrá costado todo un trimestre, pero ahí le tienes, vistiéndose y calzándose solito. Peques de 4 años llegaron a aprender a atarse los cordones porque si lo hacían solos, podían descalzarse en clase, que estaban más cómodos. No hay nada como plantearles retos.

Extrapoladlo a los adultos. Necesitamos:

Más esfuerzo

               librepensadores

                                     tolerancia a la frustración

 

POR FAVOR y GRACIAS

 


lunes, 11 de abril de 2022

Sincronía

La veo todas las mañanas desde el uno de septiembre, aunque no fui consciente de ello hasta algún tiempo después, y es que Paloma ha cambiado tanto en estos meses que parece que fueran personas distintas.

Trabajo por las tardes, pero tengo la costumbre de madrugar (herencia materna, ¡qué se le va a hacer!) Ayuno hasta que vuelvo de mi paseo matutino y, aunque procuro cambiar la ruta, siempre me siento en un banco del parque hacia las 8:45; en el mismo desde que me di cuenta del nacimiento de esta historia. Como voyeur, he de reconocer que al principio me daba pudor jugar a ser espía de esta manera; ahora lo disfruto.

Vuelvo, sí, tengo la mala costumbre de divagar (en esta ocasión la herencia es paterna).

Paloma ronda el medio siglo, aunque si he de juzgarla por su apariencia, no le echaría más de cuarenta y pocos; la acompañan un metro sesenta de estatura, marrón pelo rizado y grandes ojos marrones de mirada interesante cuando, como buena miope, se quita las gafas.

Un día, sentado en el parque, aún no sé por qué me fijé en ella. Quizá porque, al contrario que la multitud con la que se cruza, ella no lleva prisa. Viste ropa informal y música animada a juzgar por su sonrisa y por los movimientos de sus labios sin duda tarareando la canción de turno. En su espalda, se aprecia una mochila gris con chapas reivindicativas y varios llaveros infantiles en las cremalleras.

Con paso firme, pasa por la acera de enfrente; la pierdo de vista al final de la calle. Me intriga saber a dónde va. La sigo. Es maestra.

Pasa el tiempo y la rutina se repite.

Pocas veces la vi interactuar con nadie, salvo con los perrinos con los que se encuentra. Se le escapa una franca sonrisa y si tiene ocasión, se para a saludarlos. Con la gente es otra cosa, carece de interés para ella.

Un veinte de septiembre, lo recuerdo porque era el cumpleaños de mi hermano, Paloma se tropezó con Román. Hizo ademán de empujarlo, así de molesta estaba. Él se disculpó, ella, se desarmó: como buena profe de Infantil, era incapaz de no aceptar unas excusas. Cada uno siguió su camino.

Quiso el destino que el muchacho tomara esa ruta a diario.

Así, la actitud de Paloma hacia los demás cambió. Bueno, hacia Román más bien. No modificó su rutina salvo por un pequeño detalle: su mirada; ahora la alzaba cada pocos pasos y al ver al chico a lo lejos se notaba claramente que disimulaba y miraba para otro lado. Otras veces sonreía, se ruborizaba y agachaba la cabeza.

Algo pasaba en la vida de Paloma que fue plasmándose en su indumentaria, en su look, hasta en su manera de andar. Se empezaba a notar el paso del curso en la muchacha. Y con cada cambio que experimentaba me la imaginaba con un olor diferente: Cítricos en verano, a comienzo del colegio cuando necesitaba toda su energía e ímpetu; coco allá por otoño, cuando empezaba a serenarse un tanto; vainilla y margarita en invierno, dulce como propicia la estación y el toque floral para no olvidar la calidez de la primavera, su ensoñación.

Allá por febrero ya no se ocultaban. Se buscaban abiertamente al pasar uno junto al otro. Azorados, se miraban a los ojos y yo no hacía sino pensar cuándo darían el paso de dirigirse unas palabras.

En marzo Román cambió de trabajo.

Paloma, volvió a saludar a los perros.