lunes, 2 de diciembre de 2019

Y fue...


Ishana aún se preguntaba porqué. Aquella rizosa de pelo de fuego se había levantado con muchas preguntas aquella lluviosa mañana de noviembre. Tenía por costumbre cuestionárselo todo desde siempre pero, no sé, aquel día algo le pellizcaba el corazón.
Recordaba a Anhariel. SU Anhariel. Desde que se conocieron, se supieron uno del otro. Le vino entonces a la memoria el instante en que todo se precipitó. Era verano. Ella le escribió:
“Hay momentos especiales. Y en tan corto espacio de tiempo, y sin que lo sepas, he vivido contigo algunos memorables.
Como bien has dicho, eres un misterio para mí (cada día un poquito menos). Y claro, los huecos que tengo, los relleno con literatura.
Un instante que te voy a confesar ahora, se quedará para siempre en mi memoria. Fue hace muy poco.
Llovía. Estaba arropada con una manta en la terraza charlando contigo y la tele sonando de fondo.
Compartía contigo vídeos de canciones por la aplicación de moda y, cuando me despedía de ti, me lanzaste la canción que ¡oh, casualidad! está empezando a sonar ahora mismo, mientras te escribo. La escuché inmediatamente. El teléfono en el oído, bajo la manta, paladeando la letra… Me encantó, Anhariel. No te dije nada entonces porque sentí corte. Mucho. ¿Sabes? Me eché a llorar. Porque desde hacía tiempo nadie me dedicaba una canción. Porque la historia que contaba me pareció preciosa y porque (llámame idiota) creí que con ella me decías que estaba contigo siempre.
He debido soñar contigo porque este comportamiento no es normal en mí. Todo esto es nuevo.
Te echo mucho de menos.
Tranquilo. No te asustes. Va a seguir todo igual, seremos amigos como hasta ahora. Son mis cosas en espacio de guardia baja, nada más. Considero justo contártelo, ya que te incluyen.
Solo quería agradecerte los momentos estupendos que, queriendo o sin querer, me haces vivir.
Siempre tuya, Ishana”
Y desde ese día, para ellos… fue…

(CONTINUARÁ)

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