viernes, 26 de julio de 2019

Recuerdo infantil


Recuerdo el olor a tierra mojada una estival y lluviosa tarde salmantina.
Es una de las evocaciones más vívidas que tengo. El cielo, gris; y yo tras la gran pasionaria que cubre el frente del porche. Empiezan a caer gotas enormes sobre el empedrado suelo. Cierro los ojos. Aspiro el aroma… me encanta. Aún hoy, aunque mucho más lejos en el espacio y el tiempo, cuando llueve me gusta sentir de esa sensación y me transporto de nuevo a aquel momento, tan breve, tan intenso, tan feliz.
Feliz porque me veo otra vez en aquella etapa infantil en que no había problema más importante que saber a qué hora me podría bañar en la piscina, si vendrían mis amigos a buscarme para ir “de aventuras” o de merendola bajo las encinas…
…Y porque tú estabas con nosotros, abuela. No sabes cuánto te añoro… aunque tengo que confesarte que ahora estás más cerca de mí que nunca… lo sabes porque hablo contigo a menudo. Y sé que me escuchas porque me ayudas desde allá donde estés. Te siento…
Te imagino siempre en la retaguardia, haciéndole creer al abuelo que él lo gobernaba todo cuando en realidad lo hacías tú… Cómo nos cuidabas, nos mimabas,… ¡¡cómo nos gritabas y reñías por tus mil y una manías…!!... ¡¡y cómo las echo ahora en falta!!
Me enseñaste a tejer… Y no sólo con lana… aprendí que la vida hay que saberla afrontar, dirigir, enderezar,… hay que coger las agujas con fuerza a la par que con suavidad y hacer el punto correctamente, sin apretar demasiado pero firme… Al final, si todo ha ido bien, queda la obra terminada.
Y tú, abuela, la terminaste de un modo impecable.
Te quiero.
Llanera, 14-6-11

lunes, 8 de julio de 2019

¿Podría ser?


“La incómoda precisión con la que emitía juicios se hizo legendaria. Al punto que, como Cyrano -aunque por otro motivo-, la buscaban para hacer daño a los enemigos con sus lacerantes palabras.”
Así comenzaba el relato que Inés estaba escribiendo. Se sentía realmente ilusionada. Había participado con ese texto en un Reto de Twitter, con gran aceptación de público; lo que le hizo pensar que quizá, podría transformarlo en una novela corta.
Rozando la treintena, se sentaba a diario frente a la página en blanco, transformada en un acuario vacío para el que no conseguía peces por más que siguiera la máxima de Picasso: “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”… De ahí que aquellas palabras, las del tweet, surgidas como por arte de magia, fruto de una discusión con un amigo, no quisiera desaprovecharlas, ¡parecía que gustaban! Creyó saber el porqué. La fantasía, CiFi, etc, están muy bien pero muchas veces, ¡¡carecen de verdad!! No dejan de ser fabulaciones que nos alertan de un posible futuro o nos hacen soñar con una realidad alternativa… Pero no calan en el lector. Sin embargo la poesía… sabe qué tecla tocar en el lector. Alude directamente al sentimiento más profundo e innato del ser humano. Toca su alma…
Inés se perdía en todas aquellas deliberaciones cuando, sin darse cuenta, se había puesto a teclear como poseída por una entidad superior. Cerró los ojos. Dejó que sus manos volaran sobre las letras e hicieran su trabajo. Cuando terminó la jornada, estaba exhausta. No tenía muy claro qué había ocurrido pero no pensaba desaprovechar aquel prolífico trance. El episodio se repitió en sucesivas ocasiones. ¿Podría ser, que aquel amuleto traído de Egipto por su amigo (el discutidor) tuviera algo que ver? Vivía todos aquellos sucesos sin darse cuenta de su evolución física. Cada vez se parecía más a Toth…