lunes, 30 de diciembre de 2019

Sin consuelo


Aquella mañana Xana había tomado una de las decisiones más importantes que habría de tomar jamás. No quería seguir adelante. Le pesaba la vida. Todo se había complicado demasiado. Estaba muy cansada de gritos, peleas, huidas a media noche conduciendo sin rumbo fijo. Buscando cobijo en la playa, mirando al horizonte, sintiendo frío como consuelo y tirita para el alma.
Volver a casa para sentirse NADA.
Y vuelta a empezar.
Gritos, peleas… huidas.
Dormir con algo apoyado en la puerta para que avisara si abría.
Vestidos morados en su piel la adornaban de vez en cuando. Tropezones… (disculpaba)…
Avergonzada de haber caído en tal agujero negro, no quería que nadie se enterara (por mil y una razones).
Vivía atemorizada.
Así, se mimetizaba con el papel, creyendo que iba a rescatarla de alguna manera de sus miserias. Un día, llenó la hoja en blanco de garabatos y letras que creyó serían sanadoras y que ayudarían a entender (en parte) por qué lo hizo. Sería su último gesto de amor para con ellos. No quería que se sintieran culpables de su desgracia. Con esa nota, pretendía descargar a quien quería de cualquier atisbo de culpa.
Se echó en la cama. Se puso música en los auriculares. Pausadamente, se fue tomando poco a poco las pastillas.
Se durmió con una sonrisa…

#RetoKi


Relato inspirado en el siguiente vídeo musical:


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